Aunque no se sabe con exactitud cual es el origen del trastorno, se sabe que directamente se relaciona, entre otras cosas, con la alterada estructura del cerebro y maduración a destiempo. Esta condición puede ser detectada durante el primer y/o segundo trimestre de vida intrauterina. La comunidad científica lo identificó por primera vez en 1994. A la vez, en el año 2013 fue incluido en el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. [2]

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Desde la perspectiva de Aurelio Hernández, un chico de 21 años con síndrome Asperger, vivir con este síndrome es sentirse diferente al resto, aunque no de mala forma, desde joven. “Recuerdo que cuando era pequeño, desde los 6 años, en la primaria, veía a todos los niños corriendo, jugando gritando. Haciendo un montón de cosas en el patio de recreo y recuerdo que yo era de estar sentado en un solo lugar y a veces no me ponía a platicar con otros niños…Pensando en mis cosas”, señala.

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“Me quedaba sumergido en mi mundo y recuerdo que conforme fue pasando el tiempo, mis compañeros también empezaron a notar esa diferencia, ese algo. Recuerdo que conforme fui creciendo en grado escolar, mis compañeros me empezaban a dar un trato diferente y se sentía hasta en las miradas…No era como odio, pero si marcando esa diferencia de <<tú no eres parte del grupo>>, o, <<tú no eres de aquí>>”, añade Aurelio.